Científico, militar y marino español. Realizó sus primeros estudios en Sevilla, en el Colegio Mayor de Santo Tomás. De constitución débil y enfermiza, su padre lo embarcó a los trece años en el galeón San Luis, para que se fortaleciese con el cambio de aires y de vida, navío en el que zarpó de Cádiz rumbo a Cartagena de Indias, y con el cual regresó a Cádiz en septiembre de 1732.
Tras esto, se presentó a examen en la Academia de guardiamarinas de Cádiz, consiguiendo una plaza el 28 de noviembre de 1733, y un destino en el navío Santa Teresa, el cual, junto a otros, debía de escoltar las tropas de infantería que salían de Barcelona en 1734 para auxiliar al Infante de Nápoles don Carlos ( Carlos III) que se encontraba en guerra con el imperio austriaco
La Academia de París quiso zanjar el problema de las dimensiones de la Tierra, y para ello nombró dos comisiones, una que iría a Laponia y otra a Ecuador, con el objetivo de medir un arco de meridiano. La segunda comisión fue autorizada por Felipe V por solicitud del monarca francés, Luis XV. Los oficiales españoles que habían de acompañar a la misión francesa fueron Antonio de Ulloa y Jorge Juan, con 19 y 21 años de edad respectivamente, y que fueron elevados al rango de tenientes de fragata.
Se embarcaron el 28 de mayo de 1735, con la misión añadida de conducir al virrey, marqués de Villagarcía, con quien llegaron a Cartagena de Indias el 9 de julio de 1735. Allí formaron la comisión junto a los científicos franceses Godin, Bouguer y La Condamine, e iniciaron los estudios el 29 de julio. Las experiencias de este viaje se registraron en la Relación histórica del viaje a la América meridional, que contiene mapas, descripciones de países y noticias del virreinato del Perú, y que se tradujo a casi todas las lenguas europeas.
De regreso a España, y habiendo embarcado en un navío francés, fue apresado por los ingleses. Tras una serie de dificultades, al llegar a Inglaterra fue puesto en libertad y se le restituyeron sus papeles. En Inglaterra, Ulloa aprovechó su estancia para completar sus conocimientos y, por medio del ministro de Estado, conde de Harrington, que había sido embajador en Madrid, fue presentado a Martin Folkes, presidente de la Royal Society. Ulloa asistió a las reuniones de la Sociedad y fue propuesto socio de la misma, el 15 de mayo de 1746. El 29 del mismo mes, el presidente comunicó un largo extracto de las Observaciones de Ulloa en el Perú, y el 11 de diciembre fue elegido miembro.
Poco después volvió a España, y se reunió en Madrid con Jorge Juan. Tras vencer la indiferencia inicial de la corte y conquistar el interés del Marqués de la Ensenada, Juan y Ulloa prepararon la publicación de las memorias e informes del viaje. Jorge Juan se encargó de redactar las Observaciones astronomicas y fisicas, y Ulloa de la Relación histórica del viaje a la América meridional
Terminada ya la edición del tomo de las Observaciones y de los cuatro de la Relación histórica, en 1749 el marqués de la Ensenada envió a Ulloa a un largo viaje por Francia, Suiza, Flandes, Holanda, Alemania, Rusia y los países del Báltico, con instrucciones reservadas relativas a la adquisición de todo tipo de informes técnicos y científicos. En París, asistió a las reuniones de la Academia de Ciencias, de la que era correspondiente y estudió la organización y funcionamiento de dicha institución. En Suecia trató a diversos científicos y al rey Adolfo Federico II, y fue nombrado posteriormente miembro de la Academia de ciencias Sueca. En Berlín conoció a Pierre Moreau de Maupertuis, entonces presidente de la Academia de Ciencias.
En 1758 fue nombrado gobernador de Huancavélica (Perú) y superintendente de su célebre mina de mercurio, en la que pretendió aplicar sus conocimientos y experiencias e introducir reformas administrativas, pero sus consejos no fueron escuchados, viéndose, además, obligado a defenderse de acusaciones de abuso de autoridad. Durante este período, realizó una Relación y superintendencia de la Real mina de azogues de la villa de Guancavélica (1758).
Cuando, por el tratado de Fontainebleau, se cedió a España la soberanía de la Luisiana Meridional, Ulloa, por orden de Carlos III, fue designado gobernador de este territorio (1765), puesto en el que luchó con grandes inconvenientes y en el que permaneció poco tiempo. Se le nombró, asimismo, gobernador de Florida occidental en 1766. Diez años después fue nombrado comandante de la flota de Nueva España, cargo que Ulloa desempeñó por última vez. Durante el tornaviaje a la península, que tuvo lugar en 1778, observó en alta mar un eclipse total de sol, que dio lugar a la oportuna publicación.
La guerra de la Independencia de Estados Unidos, a la que España acababa de sumarse, supuso de nuevo su salida a la mar al mando de otra flota. Fue ésta una campaña desgraciada que costó a Ulloa un largo expediente y un consejo de guerra y, a consecuencia de ello, aunque fue declarado inocente, nunca se recuperó del todo su prestigio militar. Volvió a España en 1772, y en esa época preparó para la imprenta las Noticias americanas, que tuvieron gran aceptación en Europa. El resto de su vida transcurrió en Cádiz de modo casi ininterrumpido. En 1779 fue ascendido a teniente general de la Armada, y realizó dos cruceros, uno a Azores y otro al cabo Espartel.
(Arcos de la Frontera, Cádiz, 1781 - ?, ?) Bandolero español, conocido como "El tragabuches". De raza gitana, heredó el apodo de su padre que, en cierta ocasión, se había comido un feto de asna adobado.
Ahijado de Bartolomé Romero, pariente de la familia torera de los Romero de Ronda, fundadores de una de las famosas escuelas de tauromaquia, de joven se formó como banderillero en las cuadrillas de los matadores rondeños José y Gaspar Romero. Recibió de este último la alternativa en la misma corrida, celebrada en Salamanca el 12 de septiembre de 1802, en la que Gaspar Romero fue cogido y muerto en el primer toro, por lo que Ulloa tuvo que terminar la faena.
Su prometedora carrera de torero se vio truncada por un desagradable incidente. Ulloa se dirigía a caballo para torear en otra plaza, cuando un accidente le obligó a regresar de improviso a su casa; aquel desafortunado regreso le llevó a descubrir la infidelidad de su mujer.
Tras dar muerte al amante y la infiel esposa, no halló otra solución para su destruida vida que alistarse en la cuadrilla de bandoleros de Los Siete Niños de Écija, que dirigía en aquella época Juan Palomo. En ella permaneció hasta su definitiva disolución. La mayoría de sus miembros recibieron el indulto, excepto "El tragabuches", cuya huella se perdió desde ese momento